A lo largo y ancho del planeta tierra, durante tiempos inmemoriales y
sin excepción, nuestra “madre naturaleza” ha brindado a todo ser
viviente lo indispensable para satisfacer sus necesidades más
importantes.
No es secreto para nadie que los vegetales, en su extensa diversidad, han sido sustentos clave para nuestro desarrollo y bienestar nutricional. Es por ello que en cada rincón del mundo, los hombres se han valido de su ingenio para la creación de los huertos; protagonistas del ABC que hemos preparado para ti en esta oportunidad.
Los huertos se definen como terrenos de corta extensión, generalmente
cercados, que se elaboran para el cultivo de variados tipos de
plantas. Se realizan con fines alimenticios, medicinales e incluso de
experimentación.
La cantidad de productos que se pueden cultivar en un huerto son
numerosos, para mencionar algunos, es importante distinguir entre los
tipos de huerto que existen:
Huertos hortícolas: en ellos son cultivadas las hortalizas,
conocidas también como verduras, entre las cuales se hallan: la lechuga,
tomate, cebolla, zanahoria, papa, brócoli, entre otros.
Es importante no dejar a un lado a las legumbres; aquellas plantas secas de las cuales ingerimos su semilla o “vaina”, como las lentejas, las caraotas y los garbanzos.
Huertos frutícolas: suelen ser de mayor extensión debido a que
corresponden a la siembra de plantas frutales como los árboles de
manzana, naranja, limón, mango, aguacate, etcétera.
También son tomados en cuenta los huertos de plantas aromáticas y medicinales como
las hierbas y las flores que posean propiedades curativas y/o de
saneamiento en el cuerpo humano, como el malojillo, la manzanilla, la
flor de árnica, cayena, entre otras.
Gran parte de la población vive actualmente en grandes y pequeñas
urbes donde los lugares de residencia son apartamentos y casas alejadas
de los campos. Las frutas, hortalizas, legumbres y demás sustentos
naturales son encontrados generalmente en los supermercados más
cercanos. No obstante, factores económicos, de calidad y/o
abastecimiento en las áreas comerciales de todo el mundo, han llevado a
algunos individuos a considerar la idea de crear huertos en su propio
hogar, concibiendo así los Huertos caseros o urbanos
Así es, el arte de cultivar está al alcance de todos, desde el más
novato hasta el más experto es digno de contar con su propio huerto.
Pero para comenzar es importante conocer primero los siguientes aspectos
dentro del proceso de elaborar y mantener un huerto:
LA SIEMBRA
Bien sea sobre nuestro jardín, o dentro de un recipiente o maceta, el primer paso para empezar a sembrar es asegurar la tierra que soportará nuestro cultivo. Para ello, ésta debe contar con características como:
Porosidad: Espacio entre las partículas de tierra. Necesaria para el crecimiento de las raíces.
Retención de agua: Ésta depende de los microporos de la tierra; retendrán el agua hasta que la planta sembrada la consuma o ésta se pierda.
Aireación: Ésta corresponde a los macroporos; permiten la circulación del agua y el aire abriendo paso a la respiración de las raíces de la planta.
Tip: En los viveros de nuestro país conseguiremos la tierra más adecuada bajo el nombre de “tierra negra”, sin embargo, expertos en el área de agrónoma recomiendan mezclar ésta con tierras de río o arenas grises para enriquecer sus propiedades.
Tip: ¿Qué sembrar? Al iniciarse en el mundo de los huertos, lo
más recomendable es sembrar hortalizas sencillas, éstas son, por
ejemplo; el cebollín, cilantro, albahaca y afines. Al adquirir mayor
experiencia, podremos pasar a productos como el tomate o el pimiento.
Semillas y espacio: Es imprescindible cuidar el espacio que
habrá entre las semillas para que las plantas crezcan y se desarrollen
sin problemas. Por supuesto, la distancia entre una semilla y otra
dependerá de lo que se esté sembrando. Lo más pertinente es consultar
las instrucciones de siembra en el lugar donde adquiramos las semillas.
Vitalidad = Luz+Agua
LUZ: Podremos crear un huerto casero siempre y cuando contemos
con suficiente luz natural en el espacio escogido. Como cualquier ser
viviente, las plantas necesitarán la luz del sol para crecer saludables.
AGUA: Sin el líquido más preciado del planeta no se puede esperar obtener algún resultado de la siembra. Las plantas deben regarse regularmente cada dos días o dependiendo de cuan húmeda o seca esté la tierra. Tip:
Esto puede deducirse introduciendo cuidadosamente parte de un lápiz, si
éste sale con pedazos de tierra adheridos a él, hace falta riego.
Fertilidad
Una gran ventaja de los huertos urbanos es que al ser pequeños es mucho más sencillo ofrecerles un tratamiento ecológico y
prescindir de los agroquímicos que suelen emplearse para las cosechas
vendidas en los mercados. Es totalmente recomendable uso de
fertilizantes naturales como la humus de lombriz o los abonos orgánicos. Éstos ofrecen a las plantas una gran fuente de nutrición que más adelante será agradecida por nuestro organismo.
LA COSECHA
El momento más esperado del proceso llega una vez que las plantas
están listas para nuestro consumo. Para no dañarlas, sus frutos deben
ser recolectados minuciosamente utilizando unas tijeras o un cuchillo.
Algunos alimentos como el tomate se cosechan cuando su color rojo
indica que está maduro. No obstante existen muchas hortalizas como la
berenjena, el calabacín o el pepino que deben recogerse antes de que
maduren totalmente, pues es éste el momento óptimo para consumirlas.
Mientras tanto, los ajos o las cebollas con los que tenemos la opción
de cosecharlos cuando aún están tiernos o cuando las hojas de la planta
se secan.
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